Ansiedad climática
Transitando por la ansiedad climática: puntos de vista de Hannah Ritchie
Pictet: Hannah, te autodenominas una optimista pragmática. Pero eso no ha sido siempre así, ¿verdad?
Ritchie: Creo que hace 10 años me hubiera catalogado como pesimista, sin duda. Por aquel entonces, parecía que todo iba cada vez peor. Era realmente difícil ver cualquier tipo de progreso. Pero, a lo largo de los últimos 10 años más o menos, eso ha dado un vuelco; ahora puedo considerarme una optimista pragmática. Tenemos potencial para impulsar el cambio y realmente estamos viendo el cambio sobre el terreno. Ahora, se trata de acelerarlo.
Dr Hannah Ritchie - Investigadora sénior del Oxford Martin Programme on Global Development (Programa para el Desarrollo Mundial) de la Universidad de Oxford.
Pictet: Pero la ansiedad climática es un fenómeno que vemos especialmente en la gente joven además de en la población en general.
Ritchie: La ansiedad climática es un problema que va en aumento. Yo creo que siempre ha estado ahí. Recuerdo haber experimentado preocupación e inquietud sobre el futuro desde que tenía 12 años. Con el tiempo, estas sensaciones evolucionaron a peor hasta el punto de ser bastante agobiantes [...] Con esa idea de que vamos de cabeza a la perdición, y no había nada que pudiéramos hacer sobre ello [...]. Se puede ver en encuestas entre jóvenes en todo el mundo. Estas sensaciones, unidas al hecho de que la gente joven crea que no tiene futuro, actúan como los principales catalizadores de la ansiedad climática.
Hemos mejorado enormemente el bienestar humano, pero ha sido a costa del medio ambiente.
Pictet: Pero usted escribe que el mundo jamás ha sido sostenible.
Ritchie: El mundo jamás ha sido sostenible. Creo que tenemos esta idea de que nos hemos vuelto insostenibles hace muy poco, entre los 50 a 100 últimos años más o menos, con el auge de los combustibles fósiles. Si miras la definición básica de sostenibilidad, tiene dos partes. La primera parte es la necesidad de proteger el medio ambiente, proteger a las generaciones futuras y no arrebatarles oportunidades, y también proteger a otras especies. Ese sería el enfoque medioambiental. Pero hay otra dimensión, que es querer proporcionar una buena vida a todo el mundo en la actualidad, reducir el sufrimiento humano, hacer posible que todo el mundo tenga un buen nivel de vida. Para mí, la sostenibilidad consiste en lograr el equilibrio simultáneo de ambas partes. No creo que realmente lo hayamos hecho en el pasado. Nuestros antepasados tal vez hayan tenido una huella ambiental muy baja, pero su calidad de vida era a menudo muy mala. Un ejemplo de ello es que las tasas de mortalidad infantil eran extremadamente altas, y producían, por supuesto, un inmenso sufrimiento humano. Durante los últimos siglos, la situación ha dado un giro radical. Hemos mejorado enormemente el bienestar humano, pero ha sido a costa del medio ambiente. Creo que podríamos ser la primera generación que logre ambas cosas al mismo tiempo. En la fase en la que nos encontramos –tenemos las tecnologías, tenemos el poder político, tenemos el poder económico–, estos elementos han dejado de ser incompatibles.
El historial a largo plazo de la mortalidad infantil
Se muestra la proporción de menores que murieron antes de alcanzar la pubertad. El corte exacto de edad difiere ligeramente entre los distintos estudios, pero ronda los 15 años.
Fuente: Our World in Data
Pictet: Entonces, ¿qué va a impulsarnos hacia la sostenibilidad?
Ritchie: El mayor problema de la sostenibilidad […] es que el coste real de sus elementos no está contemplado en su totalidad. Por eso, cuando se queman combustibles fósiles, el precio que se paga en el mercado no refleja los daños ambientales y sociales futuros. Hay maneras de empezar a intentar corregir eso, puede ponerse precio al carbono. Fue realmente difícil convencer a los países de que compraran sistemas solares o eólicos cuando el carbón o el gas eran mucho más baratos, pues eso no formaba parte de sus intereses económicos a corto plazo. Lo que hemos visto durante la última década es cómo caían en picado los costes de estas tecnologías con bajas emisiones de carbono. Hace 10 años, la energía solar y la energía eólica eran las más caras, ahora son las más baratas. En el caso de los vehículos eléctricos, las baterías eran carísimas hace 10 años, ahora el coste empieza a poder compararse con el de los vehículos de gasolina y diésel [...]. Por lo que soy más optimista ahora es porque también veo que las oportunidades económicas a largo plazo se alinean con la sostenibilidad.
Cuando se queman combustibles fósiles, el precio que se paga en el mercado no refleja los daños ambientales y sociales futuros.
Pictet: Pero sabemos que parte del mayor reto no es el mundo rico, sino el mundo pobre. Y sabemos que los países en desarrollo necesitan 2,4 billones de USD al año para afrontar el cambio climático.
Ritchie: El precio de las tecnologías con bajas emisiones de carbono está cayendo muy rápidamente [...]. Y el precio por unidad de la energía es inferior ahora al del carbón o el gas. Pero, en lo que respecta al aspecto financiero, es realmente importante reiterar lo diferentes que son las estructuras de costes en comparación con los combustibles fósiles. Cuando se construye una central solar o una central eólica, todos los costes se soportan al principio. [Pero] una vez que están en funcionamiento, la energía que producen es básicamente gratuita. [...] Puede haber ciertos gastos de mantenimiento, pero los costes se concentran al principio. Este es el motivo por el que estas tecnologías son tan vulnerables a los tipos de interés elevados, porque la totalidad del coste se soporta en la fase inicial. Por otra parte, con los combustibles fósiles, se producen algunos costes al construir la central, pero la mayoría corresponden realmente a la compra posterior del combustible, el gas y el carbón, y eso tiene lugar durante décadas, lo que significa que no todos los costes se soportan al principio. Si no se dispone del capital para construir infraestructuras de energías renovables, sencillamente, no se podrán construir. Así pues, sí, estas tecnologías son más baratas, pero tienen un coste de capital realmente crucial al principio que debemos tener en cuenta. Y, si no tenemos inversores –principalmente del mundo rico– que desempeñen algún papel en la financiación, esa transición se ralentizará.
Pictet: ¿Tenemos que elegir entre mitigación y adaptación?
Ritchie: Con independencia de lo rápido que nos movamos en la reducción de emisiones, todavía veremos subir las temperaturas durante algún tiempo. Y tenemos que asegurarnos de que todas las personas del mundo, pero sobre todo las más pobres, aquellas cuya contribución haya sido la menor, sean resilientes ante esos desastres. En cuanto a las catástrofes acaecidas a lo largo del siglo pasado, realmente hemos hecho progresos increíbles. Uno de los motivos por los que yo era tan pesimista antes era que me encontraba con gran cantidad de titulares sobre catástrofes. Suponía que cada vez había más gente que moría a causa de ellas. Sin embargo, si te paras a examinar los datos, puedes ver un descenso muy a largo plazo durante el siglo pasado. Y no es porque los desastres naturales no estén empeorando, ni estén volviéndose menos intensos. Contamos con sistemas de alerta temprana, hay menos pobreza, la gente puede vivir en edificios a prueba de terremotos y tiene una agricultura más resiliente. ¡Es un avance enorme! Y la cuestión es que, de cara al futuro, tenemos que continuar viendo estos progresos.
No es malo tener ansiedad, está bien preocuparse. Pero hay que entender que hemos hecho progresos en el pasado, así pues, deberíamos hacer progresos en el futuro si realmente ponemos nuestro esfuerzo en ello.
Pictet: ¿Es cosa de la juventud arreglar esto?
Ritchie: La división generacional es verdaderamente un poquito exagerada. A menudo se tiene la percepción de que los jóvenes se preocupan realmente por el cambio climático, y que nadie más lo hace. En mi opinión, eso no es cierto. Creo que es una afirmación bastante injusta. La mayoría de la gente realmente se preocupa por el cambio climático y quiere hacer algo para remediarlo. Se escuchan acusaciones constantemente. Y, a mi parecer, eso no es nada productivo. Existen desigualdades más grandes que tenemos que salvar, pero es un ejercicio colectivo. Tengo este esquema en el libro, y es de mi colega Mark Showalter, en el que se ve un diagrama de Venn. Creo que el quid de la cuestión es que tenemos que ser capaces de tener múltiples pensamientos en la cabeza al mismo tiempo. Sí, uno de ellos es que el mundo sigue siendo horrible. Y puedes elegir casi cualquier parámetro y ver dónde nos encontramos actualmente. Deberíamos estar descontentos con la situación actual, no estamos donde queremos estar en cuanto a indicadores de salud, hambre o pobreza o cualquiera de los problemas medioambientales; el mundo sigue siendo horrible. Pero parte del trabajo que hemos hecho para establecer dónde hemos llegado a largo plazo revela que el mundo es mucho mejor de lo que era. Muchos de estos indicadores se mueven en la dirección acertada, por eso, el mundo está mejorando. Y los seres humanos realmente pueden hacer progresos. Y los datos lo demuestran. Creo que hay que usar esas herramientas para impulsar la acción, entendiendo que el mundo puede ser mucho mejor. Y ahí es donde creo que la ansiedad puede aliviarse en parte si se comprende que nos enfrentamos a estos retos. Por ello, no es malo tener ansiedad, está bien preocuparse. Pero hay que entender que hemos hecho progresos en el pasado, así pues, deberíamos hacer progresos en el futuro si realmente ponemos nuestro esfuerzo en ello.