Zuriel Oduwole, la activista veinteañera con un plan global

Con solo nueve años, Zuriel Oduwole se apuntó a un concurso que cambiaría su vida. El objetivo era conmemorar el «Día nacional de la historia» en las escuelas de EE.UU., y lo patrocinaba el canal de televisión History. Los participantes debían pensar en una presentación creativa sobre una revolución. La mayoría de los escolares acudieron a los ejemplos más obvios, como la revolución estadounidense o la francesa. Zuriel, en cambio, se inspiró en sus raíces africanas. 

«Quería ser diferente y salirme de lo convencional, así que elegí una revolución en Ghana», explica. Pensó que con un documental captaría la atención del jurado, así que viajó a Ghana junto a su familia para filmar algunas escenas. Aquel viaje cambiaría su visión del mundo. 

«Vi un montón de niñas y chicas jóvenes vendiendo naranjas o bisutería en la calle, y pidiendo limosna detrás de los coches», dice. «Escenas como esas las había visto en los informativos, pero verlo en persona te impacta. Algunas de las niñas eran de mi edad. Pero yo tengo clase cada día de lunes a viernes. Así que, al ver que no estaban en el colegio a las 13.00 h de un día normal, me pregunté: ¿cómo puede ser?». 

Incluso una vez en casa, Zuriel seguía dándole vueltas a la cabeza. Sus padres siempre le habían inculcado que si algo no te gusta, debes intentar cambiarlo. Y eso fue lo que hizo: al cabo de un año, a la edad de 10, inició un proyecto de educación formal llamado Dream Up, Speak Up, Stand Up (Sueña, Alza la voz, Ponte en pie) con el objetivo de animar a las niñas africanas a ir al colegio y escolarizarse. 

Diez años después, ya en la veintena, Zuriel ha convertido la organización en un movimiento en pro de la educación. Se ha entrevistado con casi 50.000 jóvenes de 21 países, incontables padres y madres y 35 líderes mundiales de países que incluyen Egipto, Kenia, Ghana o Jamaica. Ella representa el ejemplo de lo que las niñas pueden lograr cuando se las apoya y permite ir al colegio. «Intento mostrarles que las oportunidades para las chicas jóvenes son mucho mayores si tienen la posibilidad de ir al colegio y recibir una educación», explica. «No se trata solo de que el día de mañana puedan llegar a ser médicas, abogadas o pilotas, sino que, desde una edad más temprana, aspiren a todo». 

Pero no termina ahí lo logrado por Zuriel antes de cumplir los 18 años. Mientras sus compañeros de aula vivían como típicos adolescentes, ella pulía sus capacidades como cineasta. En su ópera prima para el concurso escolar, The Ghana Revolution, entrevistó a dos expresidentes de aquel país: Jerry Rawlings y John Kufuor. Su segunda película, The 1963 OAU Formation, la llevó a aparecer en Forbes Magazine como la realizadora de películas más joven del mundo. Y a la edad de 12 años, su tercer largometraje, A Promising Africa, se proyectó en cinco países. Posteriormente produciría otros tres films. 

Desde el primer momento, su interés por el cine se entremezcló con el activismo. Aquel primer documental a los nueve años lo hizo aprendiendo a manejar la cámara, iluminar y montar a través de Google. Llego a la conclusión de que, si se les daban las mismas oportunidades que a ella, otras niñas de su edad podrían hacer lo mismo. Así que decidió crear un programa para enseñar a las chicas jóvenes sin trabajo o no escolarizadas de África exactamente eso. 

Su primera clase piloto fue en Namibia, a los 13 años. Consistió en enseñar nociones básicas de rodaje y montaje utilizando software libre y sus teléfonos móviles a una clase de 25 chicas jóvenes. «Me lo pasé muy bien con ellas», relata. «Estaban entusiasmadas por aprender». 

Nueve meses más tarde recibió un correo electrónico de una de las chicas a las que había enseñado. «Se había puesto en acción: tomó prestada una cámara, pidió algo de dinero y fue a su comunidad a recoger los testimonios de sus vecinos. El resultado fue un documental de 45 minutos, cuyos derechos de emisión ofreció a las cadenas de TV de su zona». Esto, dice Zuriel, es justamente lo que pretende conseguir con su trabajo: «Darles [a las chicas] una herramienta que les sirva como apoyo, pero también como altavoz». 

Es solo una de las muchas historias de éxito de las que puede presumir en su aún corta trayectoria. También se ha implicado en la desescalada de conflictos y el activismo sobre el cambio climático, reuniéndose con líderes mundiales (como el presidente de Guyana, David Granger, o el presidente de Egipto, Abdel- Fattah El-Sisi) para difundir un mensaje de paz y hacer hincapié en la educación y el bienestar de las chicas jóvenes. 

Pero aunque pueda parecer que a Zuriel el éxito le viene rodado, ella discrepa. Uno de los mantras que repite a todo aquel que le pide consejo sobre cómo marcar una diferencia es que el éxito no radica en no fracasar nunca, sino en levantarse después de cada error. Es cuestión de apuntar alto y no tener miedo a caerse, dice, recordando un consejo que le dio la primera jefa de estado electa de África. «Me reuní con la presidenta de Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf, y me dijo: ‘si tus sueños no te asustan, es que no son lo suficientemente grandes’. Y ese es un lema que he tratado de aplicar toda mi vida», explica. 

Los resultados pueden ser transformadores, como demuestra su trabajo hasta la fecha. «Sueña con algo grande cuyo impacto te trascienda a ti, a tu familia y a tu comunidad, que incida en todo el planeta», añade. «Si puedes aplicar [eso] cualquiera que sea el rumbo que elijas en la vida, da igual si es el activismo social, la empresa, el gobierno, etc., creo que el éxito te sonreirá».