El gran desacoplamiento digital
También alumbró un nuevo mundo que enfrenta a los gobiernos a una disyuntiva que definirá su independencia tecnológica, sus alianzas políticas y su futuro económico. Los responsables políticos se hallan ante una encrucijada: deben elegir entre alinearse con la tecnología estadounidense o con la china, o intentar una tercera vía simultaneando ambas. Se trata de un cálculo complejo con profundas consecuencias.
La gran disrupción
En el fondo de este cambiante panorama late una cuestión de recursos. Desde antiguo, el enfoque estadounidense se ha caracterizado por una ingente inversión de capital. El coste de entrenar un modelo de última generación como el GPT-4 de OpenAI se estima en más de 63 millones de USD, con los principales laboratorios estadounidenses invirtiendo rutinariamente más de 100 millones de USD en 2024.
La rivalidad China-EE.UU. está forzando a los demás países a elegir entre uno de los dos ecosistemas tecnológicos.
DeepSeek revolucionó este modelo por completo. Según los datos publicados, la empresa entrenó su potente modelo V3 invirtiendo unos modestos 5,56 millones de USD. Esta espectacular eficiencia se logró mediante técnicas sofisticadas como la “destilación” –consistente en entrenar modelos más pequeños y más ágiles de IA, o "estudiantes”, a partir de los resultados obtenidos con modelos más grandes, o “profesores”– y arquitecturas innovadoras.
DeepSeek tomó la decisión crucial de abrir el código de su potente modelo de razonamiento R1. Ello democratiza el acceso a la IA de última generación, al permitir a los desarrolladores de todo el mundo descargarlo y modificarlo gratuitamente. La API, es decir, el servicio utilizado para acceder al modelo, es un 90 por ciento más barata que su equivalente de OpenAI, convirtiendo de facto la capa fundacional de la IA en un bien al acceso de todos. Esta tendencia amenaza con derribar la ventaja competitiva de los sistemas privados de alto coste.
Ante dicha amenaza, los titanes estadounidenses de IA no se han quedado de brazos cruzados. El CEO de OpenAI, Sam Altman, prometió “ofrecer modelos mucho mejores”, y las últimas versiones de la empresa han mostrado avances considerables en razonamiento complejo y programación. Estos modelos han mejorado drásticamente la capacidad de la IA para resolver desafíos de código, presumiendo de una tasa de éxito del 69 por ciento en sus ensayos industriales este año, un salto enorme desde el 4,4 por ciento de 2023. El mensaje desde Silicon Valley está claro: los nuevos límites de la inteligencia seguirán dependiendo de sus cerebros.
Los modelos 03 and 04-mini de OpenAI han mejorado drásticamente la capacidad de la IA para resolver desafíos de código, presumiendo de una tasa de éxito del 69 por ciento en sus ensayos industriales este año.
Guerras de chips y la búsqueda de la autosuficiencia
Esta guerra de algoritmos se libra sobre un campo de hardware. Sabedores de lo dependiente que es China de su tecnología, EE.UU. ha impuesto rigurosos controles a la exportación de chips de semiconductores avanzados, imprescindibles para el desarrollo de la IA. Este movimiento, que pretendía ralentizar el progreso de China, provocó en cambio que el gigante asiático pisara el acelerador para lograr la autosuficiencia tecnológica. China ha respondido con celeridad y determinación, y uno de sus gigantes tecnológicos está revelándose como un formidable competidor de los diseñadores de chips estadounidenses. EE.UU., por su parte, está reforzando su propia cadena de suministro.
Inteligencia de los modelos de lenguaje avanzados, a lo largo del tiempo
La Ley CHIPS asigna una partida de más de 52.000 millones de USD a incentivos para que los fabricantes relocalicen la producción de chips y se instalen en territorio estadounidense. Los gigantes tecnológicos estadounidense también están destinando recursos a desarrollar sus propios chips de IA personalizados con el fin de reducir su dependencia de un único proveedor. Pese a estos esfuerzos, la brecha tecnológica persiste. China sigue rezagada en lo que a fabricación de los chips más avanzados se refiere. Con todo, las empresas chinas han mostrado ingenio para buscar fórmulas alternativas, desde el alquiler de centros de datos offshore hasta el acaparamiento, dejando clara su obstinación en recortar la distancia por los medios que sean necesarios.
Dos sistemas de valores contrapuestos: IA democrática frente a autocrática
La competencia va más allá de la tecnología y abarca también el terreno de la ideología. Optar por un sistema de IA u otro es visto cada vez más como una declaración política. Los responsables políticos estadounidenses, como el vicepresidente JD Vance, están alertando a los aliados del riesgo de firmar acuerdos de IA con un “amo autoritario”. La visión de EE.UU. es de una IA compatible con la libertad de opinión y de pensamiento.
En el polo opuesto se sitúa el modelo chino, donde la IA ha de encarnar los “valores nucleares socialistas”. Es sabido que los modelos chinos censuran temas políticamente delicados y aplican filtros a las críticas contra los líderes estatales. Esto ha dado lugar a los conceptos de “IA democrática” frente a “IA autocrática”, con importantes implicaciones para la seguridad de los datos y la privacidad. El temor en Washington es que China pueda servirse de su acceso a los datos de usuarios globales para entrenar su IA con fines de espionaje u operaciones maliciosas. Esta inquietud ha generado un desacople digital, con servicios como Perplexity ofreciendo ahora la posibilidad de ejecutar el modelo de DeepSeek en servidores residentes en EE.UU., eliminando de ese modo la censura china y garantizando que los datos de los usuarios no lleguen nunca a manos de China.
Un estudio de 2023 reveló que el 43 por ciento de las inversiones de capital riesgo para IA en China se dirigieron hacia el sector manufacturero, frente a solo un 3 por ciento en EE.UU.
La nueva fiebre del oro: una oportunidad económica
A medida que el coste de los modelos fundacionales de IA se desploma, la oportunidad económica real está desplazándose a la capa de la aplicación o, dicho de otro modo, al uso que en la práctica se hace de esta potente tecnología. Esto ha liberado un torrente de innovación en sectores tan dispares como la salud o las manufacturas, pasando por la tecnología de consumo y los servicios gubernamentales. China ha hecho gala de especial ímpetu en promover la adopción generalizada. Un estudio de 2023 reveló que el 43 por ciento de las inversiones de capital riesgo para IA en China se dirigieron al sector manufacturero, frente a solo un 3 por ciento en EE.UU. Otro informe concluyó que el 50 por ciento de todas las empresas chinas estaban utilizando activamente la IA, frente a solo una tercera parte de sus homólogas estadounidenses. Esta rápida integración, espoleada por unos costes más bajos y una base de consumidores predispuestos, podría traducirse en un considerable boom de productividad nacional. Las "start-ups" chinas ya están basculando sus modelos de negocio, aprovechando los potentes modelos de código abierto y bajo coste para crear soluciones a medida sin incurrir en enormes desembolsos iniciales en entrenamiento de los modelos.
Bifurcación del camino
Las elecciones que hagan los países estos próximos años conformarán el panorama global tecnológico de las décadas que tenemos por delante, con varios futuros posibles:
- Un mundo fragmentado: El escenario más probable a corto plazo es una profundización del “desacoplamiento digital” entre las principales economías del mundo. La escalada de las tensiones geopolíticas podría acelerar la aparición de al menos dos ecosistemas de IA paralelos –uno liderado por EE.UU. y sus aliados, el otro por China –con estándares divergentes y una interoperabilidad limitada. Esto podría desincentivar la innovación global al obstruir la colaboración.
- Continuada hegemonía de EE.UU.: EE.UU. podría valerse de su liderazgo en hardware de vanguardia y modelos de nueva generación para conservar su posición de privilegio, manteniendo a China un escalón por debajo. Esto dependerá de la eficacia de sus controles a las exportaciones y el ritmo de su propia innovación.
- Rápidos avances chinos: Mediante su foco en la eficiencia, ingeniosas soluciones e inversión ingente en su industria nacional de chips, China podría situarse casi a la altura de EE.UU. en cuanto a capacidades clave de IA. Esto desafiaría de forma fundamental el liderazgo estadounidense y crearía un mundo, en materia de IA, auténticamente bipolar.
La irrupción de DeepSeek no se ha limitado a crear un nuevo competidor; ha redefinido la naturaleza misma de la carrera de la IA. La disyuntiva para los países no es ya solo una cuestión de preferencia tecnológica sino que se trata de profundo cálculo con dimensiones geopolíticas y económicas. La senda que elijan determinará si el futuro de la IA viene definido por la colaboración global y el progreso compartido, o bien por ecosistemas fracturados y un conflicto creciente en pos de la hegemonía tecnológica.