Viraje geopolítico e implicaciones tras la Pax Americana

Horizon 2025 - Cambio de sentido y viraje hacia el interior

El mundo tal y como lo conocíamos ya no existe. El fin de la Pax Americana, simbolizado por los recientes cambios de rumbo en las políticas estadounidenses, ha puesto punto final a un periodo de estabilidad global liderado por EE.UU. Los países están ahora inmersos en un viraje hacia el interior.

Repliegue hacia uno mismo

El repliegue hacia uno mismo, en lugar de la colaboración, es la tónica dominante del nuevo orden mundial que está emergiendo. En esta nueva era, orientada al pacto bilateral una vez que los guardarraíles del multilateralismo han saltado por los aires, los países deben evaluar su capacidad para velar por sus intereses nacionales y, en caso de identificar deficiencias, buscarles remedio formando alianzas, a menudo con sus vecinos. Esto está propiciando un desplazamiento estructural hacia un mayor regionalismo en las alianzas geopolíticas y, por extensión, en las relaciones económicas, en detrimento de una perspectiva global.

«El repliegue hacia uno mismo, en lugar de la colaboración, es la tónica dominante del nuevo orden mundial que está emergiendo.»

En este contexto, Horizonte 2025 se replantea las previsiones económicas a largo plazo y para las distintas clases de activos e indaga en algunos de los temas clave que prevemos que impulsen los mercados durante los próximos años.

En el marco de juego anterior, EE.UU. procuraba estabilidad económica, garantías de seguridad y rentabilidades superiores a cambio de la entrada de capitales exteriores. Las interesantes rentabilidades libres de riesgo que EE.UU. ofrecía bajo tales parámetros atraían capitales del resto del mundo, permitiendo a EE.UU. acumular déficits por cuenta corriente y presupuestarios. Como resultado, la posición inversora internacional neta de EE.UU. es negativa y representa 27 billones de USD, o un 90 por ciento de su PIB. Ahora, la pérdida de confianza internacional en dicho modelo, agravada por la política arancelaria estadounidense, está incrementando el riesgo de repatriación de capitales desde EE.UU. Ciertamente, elevar los aranceles estadounidenses con el fin de corregir los desequilibrios comerciales percibidos implica una reversión de flujos comerciales, acompañada potencialmente de reversión de flujos de capitales. Al mismo tiempo, la ambigua postura de EE.UU. sobre su papel como garante de la paz y la estabilidad tiene implicaciones para la política de seguridad. Esta ambigüedad es un importante motor de cambio para la OTAN en Europa, donde los países están incrementando la cuota del producto nacional que destinan a inversión en defensa. El último compromiso de gasto de los líderes de la OTAN incluye un 3,5% del PIB dedicado a capacidades militares básicas y un 1,5% destinado a proyectos de infraestructuras relacionadas con la seguridad. Este mayor gasto gubernamental servirá de estímulo fiscal, contribuyendo a respaldar la reactivación de Europa.

El incremento del gasto en defensa está en consonancia con la nueva postura fiscal en Alemania, la mayor economía de Europa. Decidida a alcanzar el objetivo de destinar el 3,5% del PIB a gasto en defensa antes que otros muchos países europeos, Alemania está mostrándose ahora dispuesta a relajar su austeridad fiscal; un momento de inflexión potencial que podría contagiarse al conjunto de Europa, donde el crecimiento del crédito y la política monetaria expansiva apoyan una reactivación estructural más amplia.

Movimiento tectónico

Conjuntamente, el giro de la postura de EE.UU. con respecto al resto del mundo y el resurgir de Europa constituyen un reequilibrio de los bloques que conforman la economía y los mercados financieros globales. Ello ya se ha traducido en la salida de algunos flujos inversores desde EE.UU. La manifestación más evidente de la inquietud que genera en los mercados la nueva postura estadounidense —materializada en el plano internacional en amenazas a la cooperación y a nivel interno en la erosión del sistema de contrapoderes— es el debilitamiento del dólar. Tradicionalmente activo refugio por antonomasia y moneda de reserva global, el dólar está empezando a ver su estatus cuestionado por los inversores.

El giro de la postura de EE.UU. con respecto al resto del mundo y el resurgir de Europa constituyen un reequilibrio de los bloques que conforman la economía y los mercados financieros globales.

Este desplazamiento del tablero internacional tiene repercusiones para la inversión. El resurgir de Europa significa que los inversores globales tienen más alternativas cuando se planteen sus asignaciones a largo plazo a divisas, renta fija y renta variable. Las decisiones de asignación de activos para los próximos 10 años diferirán probablemente de las relativas a los últimos 10. Adaptarse a la nueva era exigirá un enfoque cuidadoso, estratégico y con pleno análisis de los riesgos. Los inversores afrontarán en los próximos años un entorno macroeconómico volátil marcado por la incertidumbre sobre el potencial efecto inflacionista de las fricciones comerciales y por las presiones al alza en los tipos de interés a largo plazo por parte de unos mercados preocupados por la sostenibilidad fiscal, con tanto EE.UU. como Europa embarcados en niveles crecientes de endeudamiento. En EE.UU., la aprobación de la conocida como One Big Beautiful Bill Act (OBBBA), que la Oficina presupuestaria del Congreso (CBO) estima incrementará en 3,3 billones de USD el déficit público estadounidense para 2034, ha agudizado los temores sobre la sostenibilidad de la posición fiscal de la primera economía mundial a largo plazo. En este contexto, las primas por plazo –el rendimiento extra que exigen los inversores por mantener bonos a largo plazo en lugar de una serie de bonos a corto plazo durante el mismo periodo de tiempo– seguirá probablemente aumentando a largo plazo. Al mismo tiempo, la premisa largamente asumida de que el tipo de interés libre de riesgo está representado por las Letras del Treasury estadounidense a corto plazo es algo que ahora debe ponerse en duda.

Carrera en torno a la tecnología

Los movimientos tectónicos en la economía global se extienden también a Asia, donde el énfasis estadounidense en el unilateralismo y en la preeminencia de sus intereses (“America First”) obliga a países como Taiwán, Japón y Corea del Sur a reconsiderar su situación en términos de riesgo geopolítico. Una menor presencia estadounidense en Asia dejaría espacio para que potencias regionales asuman mayor responsabilidad en modelar la arquitectura de seguridad de la región. China ya ha expandido su influencia por medio de iniciativas como la nueva Ruta de la Seda (conocida como Belt and Road Initiative), y podría jugar un papel más asertivo en la región, particularmente con respecto al estrecho de Taiwán y el mar del sur de China. Japón y Corea del Sur, tradicionalmente aliados de EE.UU., podrían intentar diversificar sus alianzas estratégicas mientras rearman sus propias capacidades defensivas.

Los ajustes a la involucración estadounidense en Asia coinciden con avances tecnológicos en China que exacerban la rivalidad China-EE.UU.

Los ajustes a la involucración estadounidense en Asia coinciden con avances tecnológicos en China que exacerban la rivalidad China-EE.UU. Las innovaciones de China en el campo de la inteligencia artificial (IA) colocan a los países ante una disyuntiva que definirá su independencia tecnológica, sus alianzas políticas y su futuro económico; han de elegir entre alinearse con la tecnología estadounidense o con la china, o intentar una tercera vía simultaneando ambas. Es un cálculo complejo con profundas consecuencias, en particular para aquellos países “no alineados” ni con el bando oriental ni con el occidental. Este dilema abarcará no solo el hardware sino también la gobernanza digital, la seguridad de los datos y las cibernormas, obligando a los países a realizar elecciones difíciles que podrían determinar sus futuros económicos. La carrera por la supremacía tecnológica se extiende a la electrificación, un proceso motivado por el calentamiento global. Los países están progresando a diferentes ritmos en este terreno, en particular en lo que a los vehículos eléctricos (VE) se refiere. Gracias a una política altamente proactiva, China se ha labrado un liderazgo incontestable en casi cada segmento de la cadena de valor de la transición energética, incluyendo los VE. Occidente se arriesga a quedar aún más rezagado si no pone en marcha las políticas industriales apropiadas y deja que la brecha tecnológica con China se agrande hasta hacerse insalvable.

Las economías mundiales afrontan este volátil panorama económico, aderezado con rivalidad geopolítica, en un momento en el que lidian con retos demográficos crecientes a nivel interno. El descenso de la población y las cambiantes pautas migratorias están conjugándose para modificar las perspectivas de crecimiento, los mercados de trabajo y la dinámica inflacionista en cada región. Estas presiones moldearán las economías durante las próximas décadas. Las triunfadoras serán las que consigan encontrar formas de crecer con menos población ocupada, más jubilados, y se adapten a un panorama global rápidamente cambiante.

En conclusión, estamos convencidos de que comprender los riesgos y las oportunidades de este nuevo orden mundial emergente será crucial para quienes nos dedicamos a la asignación de activos y la construcción de carteras en estos próximos años. Creemos que el punto de partida de cualquier viaje inversor debería ser entender la naturaleza interconectada de los rápidos cambios del paisaje geopolítico, financiero y tecnológico que estamos experimentando en el mundo post-Pax Americana.

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