Kyungsun Chung - Abriendo un nuevo camino y construyendo un legado a largo plazo

Kyungsun Chung - Abriendo un nuevo camino y construyendo un legado a largo plazo

En lugar de seguir la senda más tradicional, el vástago de la familia Hyundai ha dedicado su carrera a la inversión con criterios ASG y a generar un cambio positivo para el mundo. Pero el fruto nunca cae lejos del árbol.
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Echando la vista atrás al origen de sus principales valores, Kyungsun Chung reflexiona sobre algo que su abuelo solía decirle. «Si posees 10 millones de dólares, sí, son tuyos. Pero si posees más de 100 millones, entonces eres un cuidador del patrimonio público», recuerda Kyungsun. «Así pues, en cierto modo, el concepto de 'devolver' no tenía sentido para él, porque técnicamente el dinero no te pertenece; solo estás gestionando algo que pertenece a todos».

El abuelo de Kyungsun no era un anciano corriente. Era Chung Ju-yung, que abrió un taller de reparación de coches en Seúl en los años cuarenta y creó el grupo Hyundai, que hoy en día es el segundo mayor conglomerado de Corea del Sur, por detrás de Samsung. Creciendo como miembro de tercera generación de la familia Hyundai, Kyungsun fue consciente de la influencia de su abuelo desde muy pronto. «Era muy famoso en Corea», señala. «Cuando yo estaba en la guardería, se presentó a las elecciones presidenciales».

Sin embargo, lo que más impresionó al joven Kyungsun fueron los valores de su abuelo. «Entendía la compleja interrelación entre la empresa y la sociedad, el gobierno, lo que la rodea, el influjo que recibe de todo ello...», recuerda. «Debes tener una mentalidad comunitaria, porque solo existes sobre la plataforma de la sociedad». Kyungsun cree que su sentido del deber, su deseo de arreglar los males de la sociedad, se deben a las sólidas convicciones de su abuelo. «Ahora tengo una mentalidad de capitalismo de grupos de interés más que una mentalidad de capitalismo de accionistas», explica.

Es posible que a Kyungsun se le pegara algo más de su abuelo; por ejemplo, la voluntad de forjarse su propio camino y de probarse a sí mismo. En 2011, habiendo terminado su grado en Administración de Empresas en la Universidad de Corea, Kyungsun se inclinó por su afán de resolver algunos de los problemas sociales que veía y se incorporó a la fundación de su familia. Pero esa etapa no duró mucho. «Era muy joven, tenía 26 años entonces, y una ambición mucho mayor», afirma. «Quería hacer algo diferente, y una fundación familiar que llevaba el nombre de mi abuelo era una organización demasiado grande como para permitirme muchos atrevimientos». Así pues, el año siguiente, en lugar de seguir los pasos de otros herederos en Corea del Sur, que tienden a dedicarse a la banca de inversión o la consultoría, hizo algo muy poco habitual: lanzó su propia organización sin ánimo de lucro, Root Impact, que proporciona apoyo e infraestructuras al sector de innovación social en Corea.

Debes tener una mentalidad comunitaria, porque solo existes sobre la plataforma de la sociedad.

Ahora, con 37 años, cuando mira atrás a su «justa rebelión», Kyungsun es más comedido. «Era muy millennial en aquel momento», dice sonriendo. «Pensaba que podía hacer lo que quisiera, y que no quería ver mi identidad definida por nuestra empresa familiar. Once años después, realmente veo esto como una señal de que estaba demasiado obsesionado con mi identidad familiar».

Fuera como fuera, a partir de ese momento, Kyungsun nunca miró atrás. Root Impact sigue funcionando, pero él participa actualmente en una serie de diferentes empresas y organizaciones sin ánimo de lucro, desde Holistic Growth Initiative (HGI), una empresa de capital riesgo que se centra en empresas con un propósito social, de la que fue CEO de 2014 a 2020 y ahora es presidente no ejecutivo, hasta Rockefeller Philanthropy Advisors, una organización que asesora y gestiona cientos de millones de dólares de donaciones anuales, en la que es miembro del consejo. Lo que conecta todas estas facetas de su trabajo es lo que llama un proceso de construir «ecosistemas de impacto».

Después, en 2020, tras haber obtenido un MBA de Columbia University en los Estados Unidos, Kyungsun formó equipo con un anterior compañero de estudios, Scott Jeun, y fundó The Sylvan Group, una empresa de private equity con sede en Singapur especializada en inversión de impacto. En Nueva York había conocido a muchas personas que trabajaban en el área de private equity y se había dado cuenta de su efectividad. «A veces puedes desarrollar un negocio desde dentro de la empresa, pero otras es mucho más eficiente adquirir el negocio fuera de tu plataforma», comenta. «Después, aportar eficiencia a sus operaciones puede conllevar tanto un gran impacto como elevadas rentabilidades comerciales al mismo tiempo».

Kyungsun describe la misión de The Sylvan Group como «todo aquello que apoye a los emprendedores y activistas que estén intentando crear un cambio positivo para el mundo y la sociedad». Él y su cofundador han mostrado un interés especial por la atención sanitaria, y en 2022 adquirieron participaciones mayoritarias en cuatro empresas de sanidad y farmacéuticas, especializadas en múltiples áreas, desde terapia génica hasta radiología y servicios de diagnóstico por imágenes. Desde la perspectiva del impacto, estas inversiones se centraron en «aumentar la asequibilidad y la accesibilidad de la asistencia sanitaria», dice Kyungsun, y en ayudar a resolver la carga de la sanidad, «uno de los mayores problemas del futuro».

Has de evitar ser frágil y centrarte en ser resiliente y sostenible, y debes tener una mentalidad de largo plazo.

Pero, junto a toda esta actividad, Kyungsun sigue estando, y así lo describe él mismo, «firmemente involucrado en el negocio familiar». Con su profundo conocimiento – que le viene de la niñez – del grupo Hyundai, también tiene un sentido claro de cómo pueden lograr el éxito las empresas familiares y en qué suelen fallar, en particular cuando se trata de familias que quieren traspasar sus negocios a las generaciones siguientes.

Naturalmente, donde las empresas familiares tienen ventaja es en su planteamiento a largo plazo y en las sólidas relaciones sobre las que se construyen. «Una mentalidad de crecimiento a corto plazo podría no ser la mejor solución para el largo plazo», señala Kyungsun. «Has de rehuir ser frágil y centrarte en ser resiliente y sostenible, y debes tener una mentalidad de largo plazo. Después, para lograr tus objetivos a largo plazo, necesitas grandes relaciones y confianza con las personas que te rodean». No obstante, esta declaración positiva contiene una advertencia. A veces, esas relaciones seguras se convierten en un problema para las empresas familiares, cuando llevan a una falta de innovación, a una falta de experimentación. «Una vez que tienes esas relaciones, no quieres estropearlas y, por lo tanto, no te sientes libre para intentar nada nuevo», afirma Kyungsun.

Otro peligro habitual que Kyungsun ve en las empresas familiares – incluida la suya, observa – es la planificación de la sucesión, y en el fondo de esto hay una verdad muy simple. «Que seas un gran emprendedor no significa necesariamente que seas un gran padre o un gran profesor, ni siquiera un gran mentor», comenta. Es muy difícil cultivar una relación sana entre el fundador de una empresa y su sucesor. «Tienes que ayudarlos a estar preparados, pero, además, tu sucesor no puede pensar: ‘todo esto es mío ahora, puedo hacer lo que quiera’».

Como alguien que eligió una senda diferente y decidió no seguir al resto de su generación en el negocio familiar, Kyungsun está muy agradecido por la libertad que se le dio para actuar por su cuenta. «Mi padre confió en mí y asumió un riesgo conmigo cuando no me incorporé a la empresa enseguida; es más, me dejó hacer algo que no comprende totalmente», dice, añadiendo que esto es increíblemente raro en Corea. «Estoy sumamente agradecido por ello».

Tal vez este sería el primer y último consejo que Kyungsun daría a cualquier emprendedor que haya conseguido crear una empresa lo bastante grande y sólida como para transmitirla a la siguiente generación. «Lo primero que todo el mundo debería asumir, en especial los padres dentro de una empresa familiar, es que no pueden controlar a sus hijos ni el futuro de estos», afirma. Kyungsun es la prueba viviente de que los valores de una familia pueden expresarse de múltiples formas, y que un poco más de libertad puede llevar a que los hijos e hijas con carácter independiente construyan sus propios legados de impacto.

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