Tamira Snell - Cuando haces del estudio del futuro tu profesión, te acostumbras a la incertidumbre

Que se te conozca como futurista es una cuestión compleja. Los no iniciados tienden a pensar que debes de tener el don de la clarividencia, algo así como que puedes predecir el futuro mirando una bola de cristal. Para Tamira Snell, esto es un completo malentendido del enfoque de un futurista y de lo que pretende lograr. «Existen múltiples futuros», afirma. «Cuando estamos aquí, en el presente, no podemos predecir lo que va a suceder, y el futuro no es lineal». Según su descripción, la singular pericia de un futurista consiste en adoptar un «enfoque exploratorio» a fin de identificar y entender lo que denomina «potenciales futuros plausibles».

Tamira ha dedicado la mayor parte de su carrera a comprender la conducta de los seres humanos y las tendencias sociales en su sentido más amplio, concentrándose a menudo en aquellos puntos en los que aquella y estas se cruzan y chocan. Nacida y criada en Dinamarca, se trasladó a Londres para cursar un grado universitario de Sociología y Estudios Culturales, y posteriormente a Malmö (Suecia) para realizar un máster en Cultura y Medios de Comunicación. Desde que se graduó, ha trabajado en diversas sociedades punteras y empresas de consultoría, entre ellas KPMG, centradas a menudo en la previsión de tendencias, nuevas pautas de comportamiento humano y modelos de negocio. En la actualidad, es asesora sénior y futurista en el Copenhagen Institute for Futures Studies, un laboratorio de reflexión independiente y sin fines de lucro.

En sus casi 20 años de carrera centrada en el futuro, Tamira ha tenido que aprender a sentirse muy cómoda con una cosa: la incertidumbre. Esto es una habilidad de por sí y, en su experiencia trabajando con ejecutivos de empresas y asesorándolos, es relativamente rara. A menudo significa enfrentarse a un discurso empresarial que se rige principalmente por datos y aportar una mayor comprensión de incertidumbres complejas para extraer información útil en los procesos de toma de decisiones. «En nuestra relación con los miembros de la alta dirección, mantenemos un diálogo permanente en torno a la exploración de la incertidumbre, evitando tratar de hacer predicciones», explica Tamira. «Cuando se trabaja con futuros potenciales, hay incertidumbre. No tenemos todos los parámetros a nuestra disposición, y no podemos usar datos para todo».

Sin embargo, algunas tendencias son más evitables que otras. Las megatendencias, por ejemplo, que Tamira define como «corrientes sociales más amplias y catalizadores del cambio de alto nivel que definirán el futuro de las sociedades globales», suelen tener un horizonte temporal de entre 10 y 15 años. Son trayectorias esperadas, pero que no se producen de forma lineal. Además, suelen estar interconectadas, lo que significa que hay oportunidades de sinergias entre ellas. La urbanización es un ejemplo de una megatendencia en la que se ha centrado el trabajo reciente de Tamira. En 2008, un 50% de la población mundial vivía en áreas urbanas, mientras que para 2050 se predice que esta cifra se acercará más al 80%. Sin embargo, incluso una fuerza como esa, que parece tan inevitable como las mareas, sigue haciendo que afloren dudas. «¿Qué significará en cuanto a nuevas necesidades?», se pregunta Tamira. «Ya vivimos en espacios cada vez más pequeños. Así pues, ¿qué significará esto para nuestra forma de socializar, por ejemplo?»

Como puede apreciarse, su interés más profundo radica en explorar dónde se cruzan las tendencias sociales y las conductas humanas, cómo se influyen entre sí y las fricciones que esto causa. De hecho, una de las principales razones de que el futuro siga siendo tan impredecible es la intervención de los seres humanos, que actuamos de forma irracional y difícil de predecir. Según Tamira, esto es sumamente evidente en el ámbito de la sanidad. «El área de la sanidad muestra realmente la dinámica entre los cambios de carácter más estructural y el modo en el que nosotros, como personas, actuamos en ese entorno», afirma. «Tenemos plena conciencia de lo que es saludable para nosotros y, pese a ello, podemos tener un estilo de vida o comportamientos poco saludables. ¿Por qué somos tan irracionales cuando sabemos lo que nos conviene? Eso es lo que hace realmente fascinante el futuro de la sanidad». Y este es el motivo por el que ser un futurista no entraña una ecuación exacta con un resultado final: incluso cuando una megatendencia apunta en una dirección obvia, los seres humanos siempre tienen el potencial de actuar de formas sorprendentes. Es esencial entender la naturaleza humana y el proceso de toma de decisiones de los seres humanos.

Tamira se esfuerza también por resaltar que el futuro no es «lineal». Tomemos, por ejemplo, el sector de la enseñanza. Hace una década, muchos respetados expertos del sector sostenían que las pantallas pronto sustituirían a los libros en las aulas. «Ahora, en 2023, cada vez hay más centros de enseñanza que prohíben el uso de móviles», comenta. «Se producen continuamente cambios interesantes, que abren oportunidades y también las cierran». Si Francis Fukuyama, muy a su pesar, aprendió que no hay un «fin de la historia», parece que tampoco hay un fin del futuro.

Así pues, si el futuro es tan fluido y tan imposible de predecir, ¿qué sentido tiene estudiarlo? ¿Por qué ser futurista? En su calidad de asesora, Tamira trabaja con una serie de empresas, ayudándolas a estar mejor preparadas para un abanico de potenciales futuros plausibles. «Lo que me sorprende a veces es la falta de desvelar incertidumbres por defecto», señala. «Tenemos que entender la incertidumbre para saber tomar decisiones mejor y para prepararnos para formular planes de acción cuando las cosas no sigan el rumbo estratégico que habíamos fijado». Lo que Tamira trata de inculcar a los empresarios y ejecutivos a los que presta sus servicios de consultoría es una curiosidad fundamental, una mentalidad exploratoria que se sienta cómoda con lo borroso y se centre más en formular preguntas que en buscar respuestas constantemente. «Ten curiosidad», aconseja. «Sigue explorando lo que podría ser desconocido y estate siempre preparado para la incertidumbre. Y, cuando el viento cambie, ajusta las velas».

El otro consejo esencial que comparte Tamira tiene menos que ver con el futuro y más con el corazón y el alma reales del espíritu emprendedor. «No tengas miedo de perseguir tu sueño», dice, «porque los sueños son una gran parte de la innovación y el progreso». Uno de sus proyectos más recientes, para el European Space Policy Institute, trataba del futuro de la exploración europea del espacio después de 2050. A lo largo de este proyecto, recordó la famosa cita de John F. Kennedy en 1962: «Elegimos ir a la Luna en esta década y hacer lo demás, no porque sean metas fáciles, sino porque son difíciles». En una época de tensiones geopolíticas y cambio climático constante, le recordaba por qué es tan vital el espíritu emprendedor. «Hay tanta incertidumbre, tanta inestabilidad...», afirma. «Poner en marcha una empresa, sí, eso también es incierto. Pero, si dejamos de soñar, no llegaremos a ninguna parte».