Riedel - Apreciar la diferencia con la copa adecuada

Cuando el abuelo de Maximilian J. Riedel fabricó la primera copa específica para vino, algunos expertos dudaron de que eso fuera a influir realmente en el sabor de los vinos que degustaban. Las copas de vino de entonces eran más pequeñas que las actuales, de cristal tallado y de color, pero el diseño de las nuevas copas de Riedel seguía el estilo Bauhaus, es decir, la filosofía de que menos es más y que la forma debería adaptarse a la función. Fabricadas con cristal soplado, tenían tallos más largos con el cáliz más estrecho en la boca y diseñado para realzar el sabor de la uva. 

Pero este enfoque revolucionario pronto empezó a ganar adeptos, como Robert Parker, el influyente crítico estadounidense de vinos, quien afirmó que las mejores copas de vino eran las de Riedel. «Estas copas ejercen un gran efecto en los vinos buenos», según él. «No puedo resaltar lo suficiente la diferencia». 

En la actualidad, la reconocida empresa vidriera utiliza las últimas técnicas comerciales para convencer a los bebedores de vino de que las copas Riedel pueden realzar la experiencia. Organiza catas por todo el mundo, con públicos de 100 o más personas a las que se entrega un conjunto de copas Riedel. Por ejemplo, el conjunto para una cata de vino tinto podría contener copas para las variedades Pinot Noir, Cabernet Sauvignon y Syrah. 

«Les invitamos a probar un Pinot Noir con la copa adecuada y comentar las cualidades del vino», señala Maximilian. «Después les pedimos que lo prueben con las copas no adecuadas, y se asombran de la gran diferencia que perciben. Les explicamos que la cuestión está en cómo fluye el vino por el paladar. Para un vino con elevada acidez, catarlo con la punta de la lengua resalta el sabor afrutado y matiza la acidez. La prueba convierte a unas 60.000 personas al año en nuestros embajadores, que compran nuestras copas para poder hacer una demostración a sus amigos». 

Los vínculos de la familia Riedel con la industria vidriera se remontan más de tres siglos. Empezaron con Christof Riedel, que nació en 1672 en Bohemia, actualmente parte de la República Checa. Él y su hijo vendían objetos de cristal de alta calidad por toda Europa, pero su nieto dio un paso más en 1756, fundando una fábrica de vidrio. 

La compañía prosperó durante años, pero después de la Segunda Guerra Mundial se produjo la catástrofe. Durante la guerra, los nazis habían obligado a la empresa a fabricar productos bélicos estratégicos, por ejemplo, un gran monitor para radares. Tras la derrota de Alemania, todas las propiedades y fábricas de la familia Riedel en Bohemia fueron confiscadas por Checoslovaquia. Walter Riedel, el miembro de octava generación, fue apresado en Rusia en 1945 y obligado a trabajar en el laboratorio de una fábrica de vidrio durante diez años. 

Pero, en 1956, su hijo Claus J. Riedel, junto al entonces liberado Walter, consiguió hacerse con la quebrada empresa Tirol Glassworks de Kufstein, con el apoyo de la familia Swarovski. En 1973, Claus introdujo la gama Sommeliers, las primeras copas de vidrio soplado a mano creadas pensando en el vino. Y, en 1986, el padre de Maximilian, Georg J. Riedel lanzó Vinum, la primera copa para variedades específicas hecha a máquina, que se convirtió en la superventas de Riedel. Maximilian hizo su propia aportación en 2004 con el diseño de la gama de copas funcionales O sin tallo, así como varios decantadores galardonados. 

La carrera de Maximilian en la empresa había empezado cuando tenía 12 años, con una semana de trabajo en la fábrica durante sus vacaciones. Por aquel entonces, la estrategia de la empresa consistía en incrementar las ventas estableciendo relaciones con la industria vinícola, por lo que en su adolescencia fue enviado a hacer prácticas en varias famosas bodegas, incluso una champanería. 

«Me sentía bien con las personas que conocí en el negocio del vino, pero todavía era demasiado joven para incorporarme al sector. Así pues, me enviaron a la isla veneciana de Murano para que aprendiera la artesanía del soplado de vidrio, que ha influido mucho en la fluidez natural de mis diseños. También completé mi formación técnica en Kufstein y después pasé ocho meses en el servicio militar. Posteriormente trabajé en París para Ercuis, un fabricante francés de porcelana, además de viajar por toda Francia y dedicar dos años al aprendizaje del idioma». 

Maximilian siempre había querido terminar trabajando en la empresa familiar, y su abuelo y sus padres se aseguraron de que estuviera preparado para ello. Finalmente se incorporó a Riedel en 1997, y en 2004 fue nombrado CEO de Riedel Crystal of America. 

«Fue una buena época para estar en Estados Unidos: el vino se popularizaba como bebida en los restaurantes, y los viñedos producían vinos que llegarían a gustar en todo el mundo. Mientras la calidad del vino americano mejoraba, los viticultores franceses llegaron a la costa oeste, llevando sus habilidades a Oregón, al estado de Washington y al Valle de Napa. Y los consumidores querían cristalerías buenas, por lo que minoristas de gama alta como Macy’s y Bloomingdale’s recurrieron a nosotros». 

«Parte de nuestra estrategia consistía en dedicar una proporción de nuestros beneficios a publicidad, dirigiéndonos al consumidor por medio de la floreciente gama de publicaciones sobre vinos. También fuimos de los primeros en poner nuestra gama completa de productos en Internet; esto redujo los intermediarios y ahora representa una parte considerable de nuestras ventas. Pero nunca hemos hecho descuentos por esa vía, por lo que nuestros socios minoristas siguen siendo fieles a la marca». 

Las copas para uvas específicas cubren únicamente las variedades más populares: solo de uva tinta hay 1.200 variedades en el mundo. Riedel continúa añadiendo nuevas gamas con diferentes diseños: con y sin tallo, más altas y más bajas, de color o sin él. También ha fabricado series más pequeñas –incluso para licores– por encargo. Y produce ediciones hechas a mano limitadas, por ejemplo, con el tallo rojo o negro. 

En 2004, Riedel adquirió Nachtmann, un fabricante de cristalería bávaro que también era propietario de la marca de copas y vasos de cerveza Spiegelau. Y, en 2013, su padre nombró a Maximilian presidente y CEO del Grupo RNS combinado, que ambos dirigen conjuntamente. Tiene alrededor de 1.200 empleados, dos tercios de los cuales trabajan en Neustadt (Baviera), donde se fabrican las copas hechas a máquina. 

Unos 100 empleados trabajan en EE.UU. y 200 en Kufstein, donde se fabrican los prototipos y las copas hechas a mano. Entre ellas están las copas Sommelier, en cuya producción participan equipos de trabajadores que soplan el vidrio con herramientas y técnicas tradicionales. El maestro vidriero de cada equipo se encarga del acabado, copa por copa. 

Pese a su éxito, la empresa asume siempre nuevos retos, dice Maximilian. «Minoristas como IKEA fabrican sus propias copas, vendiéndolas a consumidores más jóvenes. Y las tiendas tradicionales que venden cristalerías están desapareciendo, por lo que la venta a través de Internet es cada vez más importante para nosotros». 

«Pero adoptamos un enfoque creativo para mantener nuestro crecimiento», señala. «Al popularizarse las comidas fuera de casa, introdujimos una gama de copas para restaurantes. Con precios mucho más bajos, su venta crece rápidamente. Y, aunque los márgenes son menores, nos ayuda a mantener la producción y a seguir demostrando que un buen vino sabe mejor con una buena copa». 

«Nuestra familia siempre ha tenido talento y espíritu emprendedor para afrontar nuevos retos, pero también ha tenido mucha suerte. La excepción fue Walter Riedel, que lo perdió todo tras la Segunda Guerra Mundial. Pero su hijo Claus consiguió restablecer el negocio en Austria, y a partir de entonces hemos seguido desarrollándonos y creciendo».