Una economía en transición
Imagine una economía que funcione como un sistema natural, como un bosque, por ejemplo. Esta economía tiene unos fundamentos ecológicos y sociales sanos y es capaz de sostenerse y regenerarse a lo largo de los ciclos. Esto puede sonar como un ideal difuso, pero pronto llegará a ser un imperativo ya que la pérdida de biodiversidad amenaza los servicios ecosistémicos y los recursos de los que depende nuestra economía. De hecho, este ideal se está acercando a la realidad a medida que las empresas líderes asumen importantes compromisos regenerativos.
Mientras aumenta la concienciación global sobre las consecuencias del cambio climático, destacadas empresas de consumo ya están procurando mejorar la resiliencia de los ecosistemas en los que extraen las materias primas que usan. Esto incluye desarrollar la agricultura regenerativa, que mejora la salud y la fertilidad del suelo e incluso respalda la biodiversidad y reduce las emisiones de carbono1.
Esperamos que, al acelerarse la concienciación sobre la necesidad de llevar a cabo actividades regenerativas, también lo hará la transición hacia una economía que tenga un impacto neutral o positivo en la biodiversidad, que está intrínsicamente vinculada al cambio climático. Por lo tanto, creemos que las empresas cuyos productos y servicios contribuyen a la transición a una economía resiliente experimentarán un crecimiento superior a lo largo de las próximas décadas. Estas empresas están bien posicionadas para beneficiarse de una tendencia de crecimiento a largo plazo.
Una economía regenerativa tiene tres características que crean oportunidades de inversión.
Considerando que más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza y de sus servicios2, la transición regenerativa se basa en la imperiosa necesidad de avanzar hacia una economía global recalibrada. Una economía regenerativa va más allá de las cero emisiones netas de carbono y repara daños que ya se han causado en nuestro ecosistema.
En la práctica, una economía regenerativa tiene tres características, que crean oportunidades de inversión: es circular, renueva preservando y restaurando la biodiversidad, y empodera, es decir, fomenta la inclusión social y económica para crear sociedades más resilientes y mejor preparadas para hacer frente a la emergencia planetaria.
El aspecto circular conlleva mejoras de eficiencia, tales como minimizar el uso de materiales y energía durante la vida útil de los productos, gracias a diseños y procesos con menos desperdicios. Estas eficiencias pueden aumentarse fomentando un consumo más inteligente, en particular con plataformas de compraventa de segunda mano, e invirtiendo en la nueva generación de empresas de reciclado y clasificación de residuos para crear nuevos productos a partir de los existentes.
En una economía regenerativa, la renovación va más allá de las energías, como la eólica o la solar, respaldando el uso de madera sostenible, que puede remplazar los materiales de origen fósil y secuestrar CO2. La innovación en lo que respecta a materias primas biológicas renovables y nuevas formas de agricultura también contribuyen a la renovación.
Una economía que integra y capacita a las comunidades a las que sirve es una economía que empodera. Esto significa dar acceso a servicios financieros inclusivos, como microfinanciación, ayudando a colectivos menos favorecidos, como mujeres y comunidades rurales. Este tipo de economía también apoya a pequeñas y medianas empresas, mediante plataformas de venta digital, por ejemplo. Ofrece acceso a la educación en todas las etapas de la vida.
Creemos que las empresas que contribuyan a estos tres elementos de la economía regenerativa experimentarán un crecimiento superior en las próximas décadas. Las políticas públicas favorables, los compromisos de las empresas con la biodiversidad y los consumidores sensibilizados con la sostenibilidad, que están impulsando nuevas prácticas y preferencias de consumo, constituyen una fuerza multidimensional tras esta tendencia. Esperamos que surja un ciclo virtuoso y regenerativo a medida que la economía se oriente cada vez más a servir, en lugar de explotar, a nuestras comunidades y nuestro entorno natural.
[2] WWF, Living Planet Report, 2022