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Terapia génica: corregir los errores de la naturaleza
La terapia génica es probablemente el área más emocionante de la biotecnología, gracias a una serie de avances clínicos y a las posibilidades que ofrece la técnica. Ya está ayudando a enfermos que sufren enfermedades incurables, como la anemia drepanocítica, que antes vivían con dolor intenso, y a enfermos con distrofia muscular de Duchenne, para quienes una corta esperanza de vida puede ser pronto cosa del pasado.
El objetivo es combatir las enfermedades sustituyendo o reparando un único gen defectuoso, la sección del ADN que almacena información que determina las características únicas de cada persona. Son los planos del organismo para fabricar las proteínas que determinan las funciones corporales. Las variantes en los genes, conocidas como mutaciones, alteran el modelo, provocando la producción de proteínas defectuosas que dan lugar a trastornos y enfermedades.
El descubrimiento del ADN de doble cadena en la década de 1950 allanó el camino para la terapia génica en la década de 1980 con el primer procedimiento terapéutico aprobado realizado en un niño de cuatro años con inmunodeficiencia combinada grave (IDCG), un grupo de anomalías genéticas raras del sistema inmunitario. El intento tuvo éxito y el paciente ahora tiene 30 años y está sano. Hoy en día, las terapias génicas siguen abriéndose paso en el tratamiento de enfermedades graves, con unos 2.400 fármacos terapéuticos en desarrollo actualmente y una cuarta parte de ellos en ensayos clínicos.1
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) ya ha aprobado más de 12 terapias génicas. Entre ellos figura Vyjuvek, una crema desarrollada por Krystal Biotech para combatir la epidermólisis bullosa, una enfermedad genética que provoca ampollas dolorosas y heridas abiertas.2 Asimismo están Luxturna, para el tratamiento de una forma hereditaria de pérdida de visión, Roctavian para la hemofilia, Zolgensma para la atrofia muscular espinal y Adstiladrina para el tratamiento del cáncer de vejiga, entre otros.
En Europa se han aprobado tratamientos de terapia génica para enfermedades como la leucodistrofia metacromática (LDM), un trastorno genético mortal y poco frecuente causado por la falta de una enzima que provoca la acumulación poco saludable de sustancias grasas en zonas como el cerebro, la médula espinal y los nervios periféricos. Los pacientes con la enfermedad suelen ser diagnosticados en la infancia, sufren déficits motores y cognitivos y es probable que mueran a una edad temprana.
Antes de la terapia génica, el único tratamiento disponible para la LDM era un trasplante de médula ósea. «No funciona, ralentiza un poco las cosas, pero tiene un mal resultado», lamenta Vivienne Clark, presidente de la MLD Support Association del Reino Unido. Se eligió la LDM para la terapia génica porque tiene un error específico. Ahora, tras 20 años de investigación, el tratamiento de terapia génica para pacientes con LDM implica efectos secundarios limitados, sin problemas continuos y sin necesidad de tomar medicación.
Tratamientos nuevos y mejorados
Los nuevos enfoques se ven impulsados por el descubrimiento de CRISPR-Cas9, un sistema de defensa inmunitaria bacteriano capaz de detectar las secuencias de ADN de los virus invasores y destruir su genoma, un descubrimiento que obtuvo el Premio Nobel en 2020 y permite repara con precisión el gen dentro de la célula. «Estamos viendo como muchas más empresas utilizan CRISPR de formas diferentes y creativas con el potencial de llegar a un número mucho mayor de pacientes», explica Mike Lehmicke, vicepresidente sénior de asuntos científicos e industriales de la Alliance for Regenerative Medicine, una organización internacional de defensa de la medicina regenerativa.
CRISPR significa repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente espaciadas; se trata de secuencias en un genoma bacteriano que proporcionan protección contra virus invasores. El sistema CRISPR-Cas9 consta de dos moléculas: una enzima llamada Cas9 que puede actuar como una tijera molecular y cortar el ADN en puntos específicos, y un fragmento de ARN guía que se une al ADN y «muestra» a Cas9 dónde cortar. Los resultados recientes de un ensayo clínico con CRISPR-Cas9 mostraron que la terapia génica es un tratamiento potencial para la anemia drepanocítica, en la que los glóbulos rojos tienen una forma inusual y pueden causar obstrucciones en los vasos sanguíneos que provocan dolor intenso.
[2] Las empresas mencionadas se citan a título meramente ilustrativo y no deben considerarse una oferta directa, recomendación de inversión ni consejo de inversión. La referencia a una empresa o valor concreto no constituye una recomendación de compra o venta de dicho valor.