Dedicarse a los demás es una tarea para toda la vida
De artista a filántropo
En 2001, a los treinta y pocos años, Paco Arango decidió encontrar una causa a la que dedicar su tiempo como voluntario. Hombre de profunda fe, siempre había tenido el convencimiento de que había sido «extremadamente afortunado» en su nacimiento, afirma, «mientras que otros nacen en medio de guerras y sin agua». Un amigo le sugirió queacudiera como voluntario una hora por semana al Hospital Infantil Niño Jesús, en Madrid, para dar apoyo a niños con cáncer. «Entré y no volví a salir», dice. En esa primera visita, terminó hablando con una niña de 13 años que seguía un tratamiento para el cáncer, y al poco rato ambos estaban riendo y charlando. «Tres meses después, acudía todos los días, y eso ha seguido siendo así durante 25 años. Se apoderó de mi vida, se convirtió en mivocación.»
Dar apoyo a niños con cáncer podría ser la vocación predominante de Paco, pero no fue la primera. Cuando tenía siete años se dio cuenta de que quería ser artista, crecer y convertirse en cantante, intérprete, actor o cineasta. «Igual que algunos niños quieren ser policías, yo quería ser director», afirma.
Cuando hay una guerra y niños con cáncer en riesgo, también estamos ahí.
Sin embargo, esta vocación no siempre le pareció bien a su familia. Su padre, Plácido Arango, era un destacado empresario dedicado al comercio minorista y de alimentación y bebidas, tanto en España como en su México natal, y se hizo famoso especialmente por ser el fundador del Grupo Vips, una de las cadenas de restaurantes más populares de España. Mientras que sus hermanos –su hermano mayor, Plácido Jr. y su hermana mayor, Maite– trabajaban en la empresa familiar (Plácido Jr. llegó a dirigir la empresa), Paco se trasladó a EE.UU. para estudiar arte dramático. «Yo era algo así como la excepción, desde el principio», comenta. «A veces me sentía algo culpable, porque en la empresa había muchísimo trabajo que hacer y yo me dedicaba a otras cosas». Pero, echando la vista atrás, cree que finalmente «fue lo mejor para todos».
Se apresura a señalar que nunca le presionaron para que entrara en el negocio de su padre. «Mi padre era muy generoso», afirma. «Creo que le preocupaba más la posibilidad de que fracasara como artista que el hecho de que entrara en el negocio familiar». Por suerte, para todos los implicados, Paco gozó de un rápido éxito en el mundo del espectáculo, primero como cantante (grabó cinco álbumes con Sony Records en la década de los noventa) y después como creador de shows televisivos. Uno de sus primeros éxitos en la pequeña pantalla fue ¡Ala... Dina!, una telecomedia que se presentaba en horario estelar en la televisión española que duró tres temporadas, de 2000 a 2002.
La Fundación Aladina
Pese a la popularidad del programa, podría decirse que ese título es más conocido hoy en día como el nombre de la fundación de Paco, la Fundación Aladina, que creó en 2005 para proporcionar un marco a su actividad benéfica con niños enfermos de cáncer. En 2025, cuando la fundación cumple 20 años, es una importante actora en España, estando presente en 22 hospitales y contando con 33.000 socios que le prestan apoyo económico con regularidad. Su misión fundamental, afirma Paco, es «asegurarse de que el cáncer no robe la sonrisa a los niños, y ese es el reto diario continuo».
Las actividades de Aladina cubren un amplio abanico, pero todas se centran en dar apoyo a los niños con cáncer. «En primer lugar, inyectamos fondos en hospitales públicos», explica Paco. «Tratamos de hacer de ellos lugares mejores para los niños con cáncer.» Esto conlleva ocuparse de niños y adolescentes junto a su cabecera día tras día a lo largo de su estancia en el hospital. La fundación también construye lo que llama «salas para adolescentes», áreas privadas para los enfermos adolescentes dentro de los hospitales, «en las que no entran ni padres, ni hermanos, ni enfermeras ni médicos», comenta Paco, de manera que estos jóvenes pacientes puedan tener un momento de privacidad y de distracción lejos de su tratamiento y de las emociones asociadas con él. Además, Aladina financia la construcción de nuevos pabellones de oncología. En 2013, por ejemplo, ayudó a financiar la creación de un centro de trasplante de médula provisto de las últimas tecnologías en el Hospital Niño Jesús.
La sede de la productora de Paco en el centro de Madrid. La Fundación Aladina se encuentra en el mismo edificio.
Pero el trabajo de la fundación no termina en las puertas de los hospitales. «El cáncer infantil constituye una experiencia muy aislante, de manera que trabajamos con los niños también fuera del hospital», dice Paco. Dar apoyo a los padres es otro segmento importante del trabajo de la fundación, en particular en el caso de aquellos que han perdido a un hijo. «Por desgracia, un 20% de los niños con los que trabajamos mueren», afirma. «Trabajamos en cuidados paliativos y, cuando los padres pierden al hijo, estamos ahí para ellos, ofreciéndoles terapia durante un año.» La fundación da apoyo asimismo al personal de enfermería, reconociendo el hecho, según dice Paco, de que «nadie cuida a los cuidadores, y la realidad es que se enfrentan al dolor de perder a un niño y tienen que seguir trabajando cinco minutos después».
Inyectamos fondos en hospitales públicos. Tratamos de hacer de ellos lugares mejores para los niños con cáncer.
Las actividades de Aladina van incluso más allá de las fronteras españolas. En países y regiones de todo el mundo en los que hay niños enfermos de cáncer afectados por guerras y catástrofes, la fundación interviene con donativos para mejorar su vida. En las dos últimas décadas, ha donado dinero a Ucrania, Oriente Medio, Armenia, Filipinas, y varios países de Sudamérica y Centroamérica, entre otros. «Cuando hay una guerra y niños con cáncer en riesgo», dice Paco, «también estamos ahí».
Construcción de Casa Aladina
El próximo gran proyecto de la fundación es un centro de día llamado Casa Aladina que Paco tiene previsto construir en una parcela de 15.000 m² en el distrito de Hortaleza, en Madrid. Programado para abrir en 2028, será el primer centro de apoyo integral exclusivo para niños con cáncer, sus familias, y los supervivientes (un 60% de ellos se enfrentan a efectos secundarios permanentes derivados de su tratamiento). Paco y su equipo se encuentran actualmente en el proceso de captar 15 millones de euros para las tres fases de la construcción. «En la Casa Aladina», señala, «realmente haremos nuestro mejor trabajo».
Fuimos muy afortunados de tener el padre que tuvimos. Nos enseñó generosidad.
Como puede apreciarse, Paco no cree que su trabajo aquí esté hecho. Pero puede reflexionar sobre cómo le ha afectado esta parte de su vida. Para empezar, le ha transmitido un profundo sentido de la perspectiva. «Los niños con cáncer son personas muy especiales», dice. «No piensan en el lunes, el martes o el miércoles; solo piensan en el hoy. Realmente eso te da una perspectiva de la vida». También ha visto, y sentido, toda la gama de las emociones humanas. «Lo único bueno del cáncer es que te coloca en la mejor situación para ver el amor», observa. «Y, por desgracia, el amor a veces llega con mucho dolor.» De hecho, dice que lo que más le ha marcado han sido los niños y adolescentes que no le han ganado la batalla al cáncer.
Aparte de su trabajo para la Fundación Aladina, Paco es muy conocido como productor de cine, y en sus películas se puede apreciar la influencia de su trabajo benéfico. «Creo que los adultos hemos perdido la capacidad de ser como niños. Se nos ha endurecido el corazón», dice. «En mis películas te hago llorar, porque es entonces cuando realmente nos volvemos niños, pero después intento levantarte el ánimo, que es lo que hace cualquier buena película.» En la actualidad, el cien por cien de los ingresos de cada una de las películas de Paco se destina a apoyar a los niños enfermos de cáncer. «Puedo permitírmelo», dice. «Pero, además, he recibido mucho, y esta es mi forma de devolver. Aunque afecte solo a unas pocas personas, es suficiente.»
Cuando da un paso atrás y considera el legado de su familia, más que el negocio familiar, es este espíritu de altruismo lo que Paco cree que se ha transmitido a su generación. «Fuimos muy afortunados de tener el padre que tuvimos», afirma. «Aparte de ser un empresario valiente, inteligente, nos enseñó generosidad.» Comenta que sus hermanos están muy implicados en la donación con fines benéficos: su hermana por medio de Ashoka, la red para emprendedores sociales; y su hermano mediante el apoyo activo a Médicos Sin Fronteras. «Todos tenemos la misma meta de restituir algo», dice Paco. «Somos conscientes de la grandísima suerte que tuvimos, y actuamos en consecuencia.»